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Descripción

Poder, pena y verdad en la historia. Estudio sobre la genealogía de las
culturas penales
Autora: Luis María Bunge Campos
Editorial: Ediciones Didot


Dimensiones: 15,5 x 22,5 cm
Cantidad de páginas: 396
Año: 2019


Descripción/contratapa:
Este trabajo tiene por objeto rastrear en la historia los elementos que definieron las culturas
penales. (…) Se centra en el estudio histórico de la conformación de las categorías del
enjuiciamiento penal y, esencialmente, su vinculación con los propios caracteres, objetivos y
justificaciones políticas del derecho penal y del castigo. De modo tal, que las conocidas
categorías de “inquisitivo” y “acusatorio” no refieren solo a sistemas de enjuiciamiento, sino
que corresponden en su origen a dos formas diferentes de comprender el castigo y ejercer el
poder. Se determinan, pues, los elementos definitorios de lo que podemos llamar “culturas”: la
cultura de la autoridad y la cultura de la igualdad; la de lo público y la de lo privado, la del
poder concentrado y la del poder difuso. No es necesario resaltar la relación entre el poder y el
sistema penal.
Desde ya que este trabajo no pretende sino iniciar una discusión acerca del modo en que las
tradiciones han forjado nuestra cultura en materia penal y, quizás, advertir el origen histórico de
nuestros enfoques acerca del delito, la pena, la verdad y el proceso penal. En resumen, se parte
de la hipótesis de que bajo los nombres de adversarial e inquisitivo se esconden culturas penales
diferentes, que reconocen diferentes raíces históricas; judeo-cristiana una, pagana la otra.
La premisa esencial de la que se parte es que el Derecho es un objeto cultural, que se ha ido
formando en la historia de un modo que podemos llamar aluvional, una capa se ha ido
superponiendo a otras y han convivido por siglos. (…) Hablar de la historicidad del Derecho es
hablar de la ubicación de este en el tiempo, como resultado de la mentalidad de la gente en ese
momento y de las relaciones de poder establecidas, con sus fortalezas y debilidades. Por ello, no
puede entenderse el Derecho y, máxime, el derecho represivo de un modo aislado de la religión
o la política. El modo en que se piensa la realidad es el modo en que, de alguna manera, al
mismo tiempo, se la crea.